jueves, 30 de julio de 2009

DE LIBRE INTERPRETACIÓN

Hace tiempo, bastante, leyendo en una página sobre Brokeback Mountain, había una encuesta de la autora hacia sus lectores: ¿qué les habría gustado ver en la cinta? Todos decían que era perfecta, pero muchos echaban de menos más momento de ternura, de cariño y hasta de locura carnal. Bien, aquí todos pueden no acertar. Nadie puede no fallar en lo que piense…
……
Una cara extraña es un motivo…

-No lo sé, ¿estás seguro de querer hacerlo…? -jadeó sorprendido, temblando todo. No sólo por aquello, nuevo y estimulante como el infierno, sino porque era la primera vez que su silente compañía se ofrecía, que tomaba una iniciativa distinta, que sabía chocaba contra todo lo que pensaba, pero rindiéndose a los llamados de la carne.

Todo daba vueltas a su alrededor, y tuvo que cerrar los ojos porque temió perder el sentido. Sólo un jadeo salió de su boca abierta, aunque su corazón hacía tanto ruido que debían escucharlo a varios kilómetros a la redonda. A su pregunta respondió el silencio, el silencio de siempre, el mutismo de su acompañante. Sólo habían manos que tocaban, aliento que quemaba, y…

-Oigan, ¿qué hacen ahí? Busquen un hotel, gente ociosa… -tronó una voz desde una puerta que se abre al callejón, y en el azoro del momento (y un: ¡ay, cuidado!), al joven le pareció oír un viejo y odiado eco del pasado, de un antiguo empleador, arruinando el momento, una vez más.

Julio César.

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