jueves, 30 de julio de 2009

LA TIERRA ESTÁ ENFERMA

Atrapado en el tráfico caraqueño escuché la curiosa propaganda de radio. Una dulce voz femenina anunciaba que para el dos mil doce, la temperatura ambiental mundial puede aumentar en dos grados. Una voz desenfadada de hombre replicaba: “¿Dos grados?” no es mucho”. Aunque yo pensé, sudándome la espalda, que sí lo sería. Entonces la voz femenina prosiguió como si no lo hubiera escuchado, seria: “Puede que aumente tres grados, o cuatro”. El hombre replicaba, “Caramba”; mientras ella finaliza: “Y hay quienes sostienen que el cambio puede ser de seis grados”. Ahora sí preocupado, el hombre respondió: “¡Seis grados!, pero eso es mucho, ¿verdad?”. Fue cuando comenzó una cancioncita que se me antojó lúgubre: “La tierra está sufriendo, tiene una fiebre muy alta, los seres humanos la enfermamos”.

Fue casi escalofriante. Curiosamente la gente a mi alrededor pareció no escucharla. Hace tiempo, hablando con una amiga sobre un dantesco pueblo minero en China, donde siempre es de noche por el humo de la contaminación, ella comentaba que le daba miedo que un día llegáramos a un punto donde nada se pudiera hacer. Nada le dije, pero me pregunté: ¿Y sí ya pasamos ese momento de no retorno? ¿Y sí fue hace medio año, un mes, dos semanas o un día atrás cuando podíamos hacer algo para evitar lo que llegará? ¿Y sí ya no hay tiempo por mucho que lo intentemos… ni esperanzas?

Julio César.

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