miércoles, 1 de julio de 2009

CUANDO SE TE OLVIDAN LAS COSAS IMPORTANTES

Y es que muchas veces no parecemos capaces de entender qué importa. Todos tenemos metas, aspiraciones (vivir cómodo, tranquilo, bien, esa es la mía, y tal vez llegarme por fin a un desierto a buscar reliquias… si cerca queda un buen hotel), pero a veces la realidad nos choca de frente y sonreímos antes las cosas relevantes en verdad. Hace poco una amiga me escribió para recriminarme, en alegres términos, el que olvidara su cumpleaños. La cosa era más imperdonable porque ella, de una mención casual mía, recordó mi cumpleaños (y todavía me inquieta, ¿llevará un registro de lo que le cuento?). Entrando en su página encontré el comentario (hasta de mi olvido, ¡qué mujer!), y sonreí. Ella, ese día, encontró un gran regalo: uno que era importante. Lean, ella no se molestará porque lo hagamos:

FAWKES

Las cosas suelen tener la manía de ocurrir cuando no las esperas.

Ayer fue un día feliz para mí. Me levanté positiva y seguí así hasta la noche. En mi camino fueron ocurriendo pequeños milagros que me ayudaron a ello.

Cuando más sola me creía tuve la agradable sorpresa de ser felicitada por más amigos que ningún año, unos nuevos, otros reaparecidos, muchos en la distancia... Algunas felicitaciones no llegaron, pero no cogí esa excusa para bajarme de mi bienestar. Sé que varios de ellos me recuerdan aunque no miren el calendario (¿verdad J.C.?)

Y tuve, cuando ya no lo esperaba, el mejor de todos los regalos que recuerdo. Fue un gesto simple: mi niña se vino hacia mí corriendo y sin pensarlo ni ella ni yo saltó a mis brazos... y yo la cogí. En pocos segundos nos quedamos mirando, su cara a la altura de la mía, y me dijo emocionada "mami....¡¡me estás cogiendo otra vez!!"
Habíamos dado por supuesto que eso ya no volvería a ocurrir... a las dos se nos nubló la vista, ... y yo agradecí a quién corresponda ese momento de intensa felicidad en el que volví a considerar liviano el peso de mi niña... y mi aliento me acompañó, y casi pude sentir la promesa de que estaba ahí para quedarse conmigo.

A veces he llegado a olvidar que la vida siempre te tiene reservada una sorpresa, pido perdón por ello.

Publicado por M. en 20:50
……

A esas pequeñas sorpresas me refiero. A veces pasas una semana infernal en el trabajo, todo son reclamos, gritos, no hiciste esto, no hiciste aquello. Sudas, te agotas, el tiempo no alcanza para nada, y sólo piensas en mandarlo todo al carrizo e irte, y de pronto una señora te detiene en un pasillo: “Hola. Fui donde me dijo y ya me resolvieron el problema. Van a mandar el cheque a la clínica. Usted fue muy amable y considerado conmigo, la señorita en Servicios Sociales me dijo que la llamó; no tengo como agradecérselo, muchas gracias”. Y te azoras, sonríes apenado, dice que es el trabajo… pero te alejas renovado. Alguien si notó que cumplías, a una persona le importó. Y te lo agradeció. Eso basta para otra semana.

Te reitero, M, muchas felicidades otra vez. No por el cumpleaños, sino por tu vida.

Julio César.

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