miércoles, 1 de julio de 2009

LA CRISIS HONDUREÑA Y EL FRACASO DE JOSÉ MIGUEL INSULZA

Presidente de Honduras.

El que un presidente de la república sea apresado por el ejército y sacado de su país, es lamentable y muy deplorable. Que un presidente se crea el dueño de un país, y con soberbia, manipulado por el eje Caracas- La Habana, viole las leyes de su país, impunemente por que “él es el Presidente”, también es inaceptable. Lo que ha quedado claro con esta crisis desatada por el apetito de poder de Manuel Zelaya, es que la OEA, como organismo americano, y los gobiernos en forma general, se apresuraron a equivocarse, de forma algo idiota. Bueno, los más irresponsables y aquellos que se ven obligados por lavar la cara. México y Colombia, países serios, mantienen una prudente actitud, Brasil, medio serio, igual. El resto sale a gritar como loras en sabana incendiándose, repitiendo un discurso y unos estribillos graciosos sobre constitucionalidad y legalidad, como si las violaciones de Zelaya jamás hubieran ocurrido. O no se hubieran enterado de ellas. Estados Unidos está en mala posición, se me hace difícil creer que estén desinformados como seguramente lo está el resto de Latinoamérica dada esas incompetentes chancillerías, pero no pueden mantenerse neutrales para no cargar nuevamente con la chapita de país sostenedor de gobiernos militaristas, como en el pasado.

Es lamentable oír a esos presidentes de la pobre y atrasada Latinoamérica chillar que fue un golpe militar, un corte del hilo constitucional… cuando Zelaya llevaba meses tensando y violando dicho hilo, desobedeciendo un dictamen de la Corte Suprema, un mandato del Congreso Nacional y una explicación prolija del Colegio Nacional Electoral: la ley, la constitución nacional de Honduras prohibe los referéndum ciento ochenta días antes de unos comisión electorales como los pautados para noviembre. Manuel Zelaya era presidente de Honduras y debía saberlo (o alguien debió decírselo) pero él, el dios sol tocado por la providencia para interpretar al pueblo que calla, sabe lo que es mejor, por lo tanto, mientras los demás (como el Congreso, la Corte y el CNE, según los mandatarios que chillan como pericas) deben regirse por “la constitución” o dan un golpe de estado, él no. Él no tiene por qué obedecerlo. Así, Zelaya, a pesar de las prohibiciones, manejado como ficha barata por Hugo Chávez, quiso llamar a las fuerzas armadas para imponer su consulta, dando la impresión de fuerza militar para sofocar a los otros poderes. Y de eso, esa recua de mandatarios declarantes, y esa figura patética y mediocre llamada José Miguel Insulza, pretenden nada saber. Aparentemente sus chancillerías en Honduras sólo saben de dormir hasta tarde e ir a fiestas. Lo que ocurría, los delitos que Zelaya cometía contra el pueblo hondureño, les pasó inadvertido.

La OEA, y la mayoría de las manifestaciones mundiales sólo reflejan esa dicotomía que va enseriándose en ciertas zonas: los pueblos están indefensos y a la merced de los caprichos y abusos de los que temporalmente acumulan el poder, por lo que no extraña que estos deseen aumentar el tiempo de permanencia en ese poder. Mientras todos los demás están obligados por la ley (en Globovisión deben dar noticias con pinzas para no violar ninguna ley, los medios del Gobierno insultan, humillan, calumnias y exponen al escarnio sin que pase nada). Pero eso les parece bien a los mandatarios de Chile y Costa Rica: somos los presidentes, nadie puede tocarnos, y que se utilice la ley contra todos los demás. Fue patético mirar a un degenerado como Raúl Castro, reír y aplaudir un embargo a Honduras, secundado por aquellos que exigían el fin del embargo a la feroz y sanguinaria tiranía cubana, sin preocuparse ni por un segundo por los cubanos rehenes del régimen. Pero a eso hemos llegado, esos costosos organismos están manejados por la mediocridad, se cierra los ojos antes los problemas que no quieren ver, y se unen para utilizar toda la fuerza de los gobiernos para castigar a quien no tiene armas atómicas, petróleo o guerrillas militantes, pero, y por encima de todos, que osen desafiar la majestad del cartel.

¿Qué Zelaya no debió salir como salió? Es verdad, debió ser juzgado y luego encarcelarlo y privado de sus derechos políticos, como se hizo en Venezuela cuando el degenerado de Carlos Andrés Pérez cometió delitos, antes de que las instituciones fueran groseros apéndices secuestrados desde el poder como ahora (ante la mirada indiferente de la OEA, la complicidad manifiesta del grotesco Secretario General, Insulza, y el resto del peligroso cartel de presidentes); seguramente los hondureños temieron desordenes de grupitos clientelares de Zelaya, pagados con dinero proveniente de… quien sabe dónde (es de imaginar que los tarados que fungían de cancilleres en Honduras lo saben), y les pareció que lo mejor era sacarlo del país. Pero, ¿qué ilegalidad puede haber en un régimen donde todas sus instituciones, militares y civiles, dicen “sí, cometía delitos, no se quería someter a la ley porque era un presidente; que se vaya”? ¿La opinión de todos esos es menos importante que la de los presidentes de Latinoamérica? ¿Acaso estamos frente a “Zelaya tenía razón y el resto del país político estaba equivocado”? Resulta difícil de creer. Lo que parece es que muchos temen que realmente se esté conformando una renovación y que movimientos político-militares terminen con tantas satrapías.

Estoy de acuerdo conque Zelaya regrese a Honduras, que sea detenido, que se denuncie su plan para entregar Honduras a la demencia del Alba a cambio de apoyo para mantenerse (la situación venezolana debe ser suficiente para aterrar a cualquiera) y que cumpla su condena en una cárcel de mínima seguridad para que quien quiera ver al presidente (según esa constitución tan rara que tienen) que “traicionó a la patria”, lo mire. Que vaya con Insulza, ese mediocre farsante merece movilizarse un poco, y que explique por qué la OEA nada hizo cuando se denunciaban las irregularidades y abusos de Zelaya y ahora sí salta de la silla con amenazas ante algo provocado por su incompetencia; y hasta con Chávez, para que se de un bañito de pueblo. Pero ese no irá. Ya lo conocemos. Mandará a otros a dar la cara.

Por cierto, CNN le hace un muy flaco favor al periodismo independiente, dándole razones a regimenes autoritarios cuando hablan de manipulación mediática, mientras enfocaban en cámara cerrada a un grupito diciendo que habían manifestaciones masivas en Honduras por la destitución de Zelaya (igual que TELESUR Y VTV, la venezolana); el resto de los corresponsales hablaba de la tranquilidad de la mayoría del país, de manifestaciones con menos de seiscientas personas, y del respeto de los militares. Es que Manuel Zelaya cometió un error fatal cuando unió su carro al de Chávez, cuando un pueblo no está alienado, eso basta para aterrorizar, como pasó en México, Panamá y en el Perú. Asistiremos a una opera cómica, el mundo gritando contra Honduras, pidiendo sanciones y medidas, mientras el pequeño pueblo centroamericano continuará con su vida regular, tal vez aislados, pero con la dignidad de un pueblo libre, a diferencia de los prisioneros en Cuba, esos que no inquietan a nadie en el mundo.

Julio César.

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