sábado, 1 de noviembre de 2008

LA VENGANZA, PLATO SAZONADO EN EL INFIERNO…

Cuando era un niño, nueve o diez años, dormía tardísimo, cosa que causaba las angustias de mi madre, pero no podía acostarme temprano, cada noche transmitían por RCTV, un ciclo de películas: Señor Cine. Era un ciclo de martes a sábado, cada día un tema especifico, con un anunciante de voz dramática que iba pasando trailers de las películas que se transmitirían los días siguientes. Vi joyas realmente en dicho espacio: El Salario del Miedo; Cabaret, Un Largo y Ardiente Verano; De Aquí a la Eternidad; Los Doce del Patíbulo… y las de horror, por supuesto. Amaba Señor Cine de Horror. Eran cintas viejas, los clásicos, Drácula, Frankenstein (bueno, el monstruo), la Mosca y otros. Y allí estaba este ser, el taimado, cruel, diabólico e inteligente doctor Phibes. Qué ser tan ingeniosamente sádico.

Cualquiera podría decir que tratándose de una película vieja, sería aburrida, pero para mí fue la primera vez que vi una venganza tan esquemática, cruel y definitiva, cosa que la hace eterna. Tal vez eso sea lo ‘clásico’. No pierde su encanto; se cae en un canal retro y te encuentras con que la transmiten y allí te quedas, siguiendo las peripecias del policía que investiga, llegando generalmente tarde a todas partes, y la de este barroco y elegante villano. Se veía de fábula. Claro, sus métodos pueden parecen bobos ahora, comparándolas al sadismo (interesante) que vemos ahora en las Juego del Miedo (SAW); pero esta tiene el mérito de ser una precursora. Me quito el sombrero ante este género y aquello realizadores, qué visión. Ahora quiero transcribirles este artículo que encontré sobre nuestro amigo Phibes, en el blog LA CAJA NEGRA. Que no se moleste el amigo, ¿okay?

La venganza tiene un nombre: Dr. Phibes

“Nueve la mataron, nueve morirán, nueve malditos para la eternidad”.

Si Shakespeare hubiera aguantado quinientos años más habría acabado escribiendo la historia del abominable Dr. Phibes, la encarnación misma de la Venganza y la máxima creación del genial Vincent Price.

“El Abominable Dr. Phibes” se rodó en 1971 a las órdenes de Robert Fuest, director inglés que contaba en su haber con unos cuantos episodios de la serie Los Vengadores. Con un impresionante elenco encabezado por Vincent Price y Joseph Cotten, la película lo tiene todo: asesinatos, música, suspense y estética pop.


Hagamos una breve sinopsis: El Dr. Phibes, un culto cirujano experto en música y teología, culpará de la muerte de su amada esposa a los nueve médicos que la atendieron tras un aparatoso accidente de coche (él ha quedado horriblemente desfigurado y es dado por muerto). Phibes prepara la venganza: asesinará a los médicos inspirándose en cada una de las plagas bíblicas, en un alarde de imaginativa crueldad y sofisticado sadismo. Nuestro moderno y descontrolado Orestes se refugia en una especie de bunker art decó. Cubre su rostro desfigurado con una máscara que es la impasible cara de Price. Entre crimen y crimen, toca un llamativo órgano de tubos de metacrilato, acompañado por una orquesta de autómatas. Para poder hablar, se conecta a un gramófono por medio de un cable a un orificio en el costado del cuello. Y se alimenta introduciendo una cuchara en el mismo orificio (ésta es una escena especialmente tierna). Siempre está acompañado por su fiel Vulnavia, la misteriosa ayudante muda, y por el cadáver de su amada Victoria.


En este género que, si no existe, debería ser definido, el “cine de venganza”, el desarrollo habitual de la historia nos suele llevar durante las primeras tres cuartas partes del metraje a ir presenciando un rosario de humillaciones infringidas al protagonista, hasta que se produce su reacción final que provoca la catarsis de violencia desatada. En “El Abominable Dr. Phibes” se nos ahorra la parte del melodrama. Desde el principio de la película el buen doctor es ya un asesino demente, un siniestro genio del mal. Y nos queda toda la extensión del filme para disfrutar junto a él del sabor de la venganza. Porque Phibes es ante todo un esteta. Un esteta de los años 70 pero aún así, a su manera, un refinado en esto del crimen.


Al año siguiente se estrena una segunda parte, “El regreso del Dr. Phibes” (Dr. Phibes Rises Again, 1972) en el que nuestro doctor, que ha estado hibernando durante diez años, nos lleva hasta Egipto con su criogenizada esposa. Allí, intentará revivirla en la tumba de los faraones, y de paso nos brindará otro extravagante catálogo de asesinatos concebidos a la manera de las bellas artes. Algo falla, claro está, y el sádico doctor, como buen héroe romántico que es, no alcanzará la tan ansiada vida más allá de la muerte para su hermosa Victoria, pero para entonces nos ha dejado dos de las mejores películas de la historia del cine. Y nos recuerda de paso que la venganza es un manjar condimentado en el infierno.

24/05/2005 14:06 Enlace permanente. Tema: La venganza tiene un nombre: Dr. Phibes Hay 4 comentarios.
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También vi la segunda parte, de hecho creo que fue esa la primera que vi, y la muerte de un sujeto amarrado que es cubierto por feos y malvados alacranes o escorpiones, fue increíble; así como la del hombre atrapado como en una cama cuyos respaldos van cerrándose, aplastándolo, fue genial. Recuerden que era un niño cuando la vi. Difiero en mis recuerdos un poco con CAJA NEGRA, me parece que el doctor, navegando por un afluente secreto del Nilo, iba hacia la cámara donde su esposa reviviría, triunfando. Un hombre que lo perseguía, enfermo y obsesionado con curar, lo sigue y él lo deja fuera de la cámara. Cómo gritó. Todos esos detalles eran sublimes. Quien tenga la oportunidad, siéntese a verla. No la juzguen por el tiempo transcurrido. Se llevarán una gran sorpresa.

Julio César.

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