jueves, 30 de octubre de 2008

IMAGINO ERA EL PARAISO

Casi es posible imaginarlos por allí…

En el blog de Mar del Norte, no sólo fluye poesía en forma de palabras, también en manera de imágenes. Una de sus entradas resientes, que copiaré a este espacio próximamente, la acompañó con esto. La imagen me dejó sin palabras. Tanta belleza, tanta grandiosidad era eso, increíble, pero los contrastes en ella hablaba igualmente. De perfección en la Creación. A veces las palabras son un pobre paliativo de los sentamientos, o tal vez no sepa yo exponerlas en su justa medida, pero este paisaje, fuera del hermoso soneto que no traigo a colación todavía, era… dolorosamente bello. Era sublime, uno se recreaba mirándolo, disfrutando que existiera semejante belleza, pero al mismo tiempo dolía un poquito por dentro.

Esas cumbres heladas de rocas grisáceas y apariencia cortantes, cubiertas con nieve, recuerdan cosas; un avión que se estrella y los sobrevivientes deben tomar terribles decisiones, entre el espanto y las ganas de vivir; o a un joven venezolano que sube y sube a un alto pico en busca de la gloria, y se pierde, y rezamos porque aparezca, herido, derrotado pero vivo; incluso a un filme donde se estaba a solas en la cima del mundo y allí se descubre la vida. La neblina es perfecta porque oculta sus historias, y ayuda a preservar su belleza de ojos rapaces. Y a un lado está esa ladera, verde, llena de vida, con esos pinos alzándose. El conjunto resulta hermoso. En Venezuela hay paisajes soberbios, está el Auyantepuy en Sari-sari-ñama, en el amazonas; una de las caídas de agua más imponentes del mundo, el Salto Ángel en Canaima; el caudaloso recorrido del Orinoco, azul claro u oscuro según su profundidad mientras corre a unirse al Meta; están nuestras playas con el verde azulado del Caribe. Incluso está nuestro Pico Bolívar, con sus nieves que menguan por el aumento de la temperatura. Pero no tenemos nada como esto, estas altas montañas que parecen elevarse para preservarse, cubres frías que conservan su primitivo encanto. Y sin embargo, el hombre ha llegado a todas partes, esperemos que ante su majestad siempre sepamos comportarnos.

No sé de dónde saca esta fotografía Mar del Norte, pero sé que son de un lugar donde, como se dijo una vez en el blog de EL PUTOR JACK TWIST, estuvo una vez el paraíso, allí donde se filmó Brokeback Mountain. Imaginen el frío a toda hora, el viento silbando, helado, cortando la piel de tu cara, enrojeciéndola, el tibio sol dando en tu rostro, sin quemar. Pero también podemos visualizar un pedazo de él, con ese cielo límpido y esas nubes como motas, rodeados de montes que albergaban vida, alces, pájaros, y en un pequeño prado, cerca de un arrollo, una tienda alzada, una donde se está con esa persona ideal, alguien tan especial que nada más importa, y aún así la belleza del lugar te dejaría sin aliento. Aunque a cierta amiga actual le parezca rústico y signo de vida salvaje dormir sin aire acondicionado y al arrullo de la televisión a bajo volumen, no hablemos ya de caer de cabeza en un río de aguas frías, corriendo desnudos, riendo entre castañar de dientes, hacia las mantas y una fogata. Se moriría y debería cargar con su bonito cadáver. No tiene alma de exploradora, pero creo que aún ella sucumbiría a tal encanto.

Me gustaría saber exactamente el nombre y la ubicación de este lugar. No soy dado a la aventura de viajar, pero por contemplar un paisaje así, bien vale la pena movilizar la flojera. Un lugar así debe ser admirado, amado y preservado para siempre, para que en un lejano mañana nuestros nietos, hombres y mujeres ya, puedan contemplarlo y, quien quita, tal vez sientan exactamente lo que ahora sentimos.

Julio César.

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