martes, 25 de noviembre de 2008

UN LAMENTO CUALQUIERA

-Jack, te juro…

“Nunca lo sabrás ahora, pero muchas veces quise decirte que te amaba y que llenabas mi vida de felicidad; pero mi orgullo y mis creencias siempre me lo impidieron. Muchas veces, al mirarte a mi lado, quise decírtelo, e intuía lo feliz que serías, y lo dichoso que yo mismo me sentiría. Pero egoístamente callé, robándote, y negándome, ese poquito de alegría. Me decía “mañana se lo diré”; “esta noche se lo susurraré al oído”; “en cuanto lo vea se lo expresaré”… pero el momento jamás llegó, ese instante nunca se dio. Deseé con todo mi corazón tratarte con cariño, mirarte con ternura, hacerte saber cuánto me importabas y que entendieras que al no estar a mi lado la vida era un martirio, pero algo siempre estaba allí obligándome a estar a la defensiva, a ser distante, cortante, hiriente muchas veces. Quise hacer tantas cosas con mi vida, muchas de ellas contigo y terminar así con mi desdicha, pero no supe cómo. Miro hacia atrás y me preguntó en qué momento lo arruiné todo, y creo que fue cuando sentí temor de tus sentimientos, miedo de mí, de entregarme y de decir te amo. Ahora que no estás, únicamente me queda en la memoria lo vivido, y aún en ella y en medio de mi soledad, tu sólo recuerdo me hace feliz”.
……

Lo triste es que la vida está llena de esos momentos, cuando nos preguntamos ¿y sí… y sí…? Por suerte, casi siempre, se puede remediar lo hecho. O continuar. Pero ¿qué pasa cuando se muere en vida?

Julio César.

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