sábado, 15 de noviembre de 2008

CHICOS MALOS

-¿Dónde coño estás? Ya estoy caliente en esta tina… ven en este instante o salgo y meto aquí a la primera persona que encuentre en el pasillo. –amenaza tajante.- ¡No me importa que sólo haya botones! ¡Lo meto!
……

Jamás he entendido, tal vez porque soy hombre, qué ve una mujer en un tipo barbudo, rudo, que la empuja, le habla golpeado y mira el rabo de otras en su presencia. ¿Será que ve a un hombre de verdad? Ella lo sabe infiel, desaseado, egoísta, flojo para nada que no sea él, y sin embargo lo ama (la pesadilla de todo padre). Debe ser algo atávico, no como sostiene el Conde del Guácharo, humorista venezolano, que las hijas buscan entre todos los que no sirven para un carajo, al peor, para joder al papá. Pero para sociólogos y sicólogos todo viene de las costumbres ancestrales y de la ‘ley natural’, lo mismo que se observa en el reino animal. La leona siempre busca al macho más fuerte que le garantice seguridad y una prole sana, pero cuando este mengua, ella se arrima a otro, el que va en ascenso. Tal vez nuestra Venus de Willendorf también admiraba al que más golpeaba con su garrote, sobretodo el coco de las hembras, al más grande y rudo.

Es posible que todo eso lance aún sombras de herencia en la especie. Es posible que una mujer, sobretodo las muy jóvenes, asocien esa apariencia a la creencia de virilidad y fuerza. Y todo esto, con la hombría. ¿Que después pueden pasarla mal? También es algo conocido, y que ya deberían saberlo todas en todos lados, pero eso parece no importar muchas veces. Hace tiempo, hojeando una revista, leí una encuesta donde las jovencitas encontraban a Chris O’Donnell (el Robín en las últimas versiones de Batman y Robín) muy ‘lindo’ pero que no saldrían con el, que se irían con Russell Crowe, porque se veía salvaje y rudo. ¡Y su fama de mala conducta tiene!, entonces ¿no aprendemos? Menos mal que no soy mujer. Me gustan las chicas malas, las muy malas conductas, pero no se me ocurriría enloquecer por ellas. O no me ha pasado; quién sabe qué traerá el futuro.

Julio César.

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