martes, 30 de septiembre de 2008

CONTAMINACIÓN, UN DÍA EN VENUS…

Qué conocido nos resulta…

Cada vez que se habla de la globalización, y de sus efectos, comienza una de esas eternas discusiones sobre los pros y los contras. Jamás podrá recogerse una opinión generalizada que sea más o menos unánime en ningún punto del mundo. Personalmente prefiero las guerras soterradas de la economía a esas donde emplean armas químicas o minas personales, por todos, no sólo por el pellejo propio. Sin embargo, esta no es menos cruel; acostarse con hambre debe ser horrible, imagínense en el caso de los niños. Cada vez que se oye de las ganancias de Microsoft o la Chevrón Texaco, fuera de Macdonald's y otras, uno silba impresionado, diciendo de la boca para afuera que admira la determinación de esa gente, mientras para adentro farfulla: “malditos desgraciados, pero bueno, el dinero no hace la felicidad” (aunque no lo creemos). Estas personas tienen todos los reales del mundo, y es posible que crean que ayudan, brindan oportunidades y abren puertas a ‘los pobres’ de zonas lejanas. Suena bonito, pero ¿será verdad? Las condiciones de vida en países asiáticos son horribles, casi niños presos en un deposito cerrado catorce y dieseis horas, sin beneficios laborales, ganando cuatro centavos al día, que sí, está bien, antes no lo ganaban, pero eso no alcanza para una cama, un techo o comida sana. Y hablamos de niños, coño. ¿Que diferencia hay con la antigua esclavitud? Y todo para que unos cuantos se compren un peine de oro, como decían en los Simpson cuando Homero estafó con el seguro.

Hay deudas que son difíciles de saldar, y hasta de entender cómo se contrajeron en primer lugar. Hace poco, revisando sobre niveles de contaminación (todos suponíamos que el río Guaire, en Caracas, aparecería entre los primeros lugares, pero no), encontré una lista curiosa: los diez lugares más contaminados del mundo. ¿Qué tal?, los diez más altos del ranking. Venezuela no aparecía, al menos en esa; dentro de los países más corruptos siempre estamos ahí, igual que en el cuadro de las finalistas al miss mundo y el miss universo. Lo que me llamó la atención es que el primer lugar, el puesto superior, el lugar más contaminado del mundo está aquí mismo, en Latinoamérica, un lugar que ya imagino horrible: Bajos de Haina, en Republica Dominicana (al menos no está en Haití, esa gente tiene tantos problemas…). Al parecer es una ciudad pequeña de unas 85 mi almas que viven, comen, ríen, discuten, aman, duermen y mueren envueltos en una atmósfera que casi parece extraterrestre. Si no fuera porque es menos cálida, uno imaginaria que es la del planeta Venus. Estudios realizados en la última década denunció que de cada 10 niños, 9 poseían una concentración peligrosa de plomo en la sangre, algo que ya había excedido el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud, uno de esos cuerpos de la ONU donde estudian, analizan y denuncian y que luego el organismo se encarga de engavetar, como pasa con las denuncias a los Derechos Humanos. Las consecuencias están a la vista, van desde altos índices de mortalidad a nacimientos con defectos, yo no tengo hijos, únicamente sobrinos, pero que le nazca a alguien un niño con problemas debe ser terrible.

Hace años, me encanta leer, encontré un tratado que intentaba explicar la locura de la familia imperial julio-claudiana en Roma, la que sucedió a César Augusto cuando este cerró los ojos, algunos afirmaban que con ayuda de su esposa, Livia, una mujer que, según las crónicas, era notable… en el manejo de pócimas. La demencia final de Tiberio, las malformaciones de Claudio, y las locuras de perinola de Calígula y Nerón, fuera de hermanos, tíos y primos, se explicaba como consecuencia del envenenamiento progresivo con plomo. Según ese estudio, mucha de la coperia utilizada por esa familia ilustre estaba elaborada con este material. Lamentablemente no recuerdo los detalles o la fecha, cuando lo leí ni soñaba con escribir esto, pero un famoso caso de un barco fantasma, abandonado cerca del ártico, también fue explicado así. Al parecer los alimentos enlatados estaban sellados en contenedores de… plomo, lo que enloqueció a la tripulación, enfermándola. Pero volvamos a la alegre Bajos de Haina.

Este pequeña ciudadela, que imagino no la muestran en las paradas turísticas, alberga más de cien industrias químicas, productos farmacéuticos y los metalúrgicos; bueno, hasta la principal refinería petrolera está ahí. El problema no sólo parecen ser esas empresas, sino las obligaciones ambientales desatendidas que jamás fuero contempladas por legislaciones permisivas. Dentro de la onda desarrollista, y hasta neoliberal, es verdad, lo importante era facilitar la creación de empresas y puestos de trabajo, por eso se dieron toda clase de ventajas, obviándose las obligaciones. Lo extraño, la situación viene de los setenta, es que no hubiera nadie que se tomara la molestia de notar lo que estaba pasando, cloacas vertiendo a ríos y al océano millones y millones de litros cúbicos de sustancias verdosas, humeantes y maloliente debieron llamar la atención casi tanto como las nubes y nubes de negro, tóxico y corrosivo humo, o las enormes pilas de basura. Pero, a parecer, nadie miraba. Ni se tomaran correctivos. Tratar las aguas, intentar filtrar el aire o reciclar la basura parece algo tan costoso como inimaginable, o tal vez lo inimaginable sea el costo. No sé si es que soy muy simplista, pero ¿esas nubes no se movilizan?, ¿no van de aquí para allá convirtiéndose en un problema de todos? ¿No justifica la eliminación de semejante riesgo la implementación de protocolos de descontaminación? ¿Seré simplemente un necio?

El conjunto de fábricas lanzan anualmente a la atmósfera, a la de Bajos de Haina, y a todo lugar donde el viento lo lleve: 9,8 toneladas de formaldehído; 1,3 toneladas de plomo; 19 toneladas de acido sulfúrico (sí, acido sulfúrico); y 420 toneladas de amonio. ¿Qué respira esa gente? De tarde en tarde, en Venus pasa lo mismo. De esos estudios se dedujo que se enviaban 85 sustanciase tóxicas al aire, de las cuales únicamente 65 eran altamente peligrosas para el hombre (sólo 65, qué bueno). Obviamente los residuos más peligrosos para el organismo son los metales pesados, esos que las células no pueden reciclar ni eliminar. En cuanto al suelo, no le va mejor. Las fábricas arrojan anualmente 420 toneladas de acido sulfúrico, 92 toneladas de cobre y 74 toneladas del viejo plomo (si los alquimistas hubieran descubierto como transformarlo en oro, no habría problema… ¡los países pobres no tendrían plomo!). Las aguas reciben 10 toneladas de amonio, 5 toneladas de cloro (¡cloro!), 30 toneladas de ácido fosfórico y 34 toneladas de ácido sulfúrico. Piensen en mezclar sólo cucharadas de todo eso en una olla e imaginarán el desastre, y lo peor es que esto viene ocurriendo y acumulándose desde hace más de treinta años. Fuera de esto hay que sumar los desechos sólidos, los de las industrias y del poblado, que suman 85 toneladas de basura a un vertedero a cielo abierto, diariamente (¡gua!, qué basurero).

Sin embargo no todo es tan urgente o malo… al parecer la gran mayoría de los habitantes desconocen en toda su extensión el peligro al que están expuestos. Vaya, qué alivio, pensarán los titanes de la industria, acogiéndose a aquello de que ojos que no ven, corazón que no sufre. Pero mientras se discute, y con caras largas y preocupadas se abordan estas cosas, en la poblada aumentan año con año los casos de asma, bronquitis y afecciones pulmonares graves. De un estudio de hace tres años se concluyó que en el Centro Materno Infantil Norma Ruiz se atendieron más de 35 mil afecciones pulmonares en jóvenes menores de quince años, y hemos de recordar que el poblado cuenta con 85 mil habitantes. Consultado a respecto, una de las autoridades del ayuntamiento local sostiene que imponer sanciones o correctivos es difícil porque son empresas viejas y esas nuevas políticas son caras; al parecer es más barato no hacer nada.

Es lo que siempre digo, no importa quién sea o de dónde procediera antes, en cuanto llega a un cargo, el buen político no sólo no cumple ni intenta cumplir sus promesas, sino hasta olvida aquello que antes le preocupó y se juró resolver. No, los correctivos deberán venir de parte de comunidades organizadas, que impongan filtros a chimeneas y cloacas, así como un manejo más racional de los desperdicios sólidos. Aunque… esto significa trabajo y tomar responsabilidades, y eso también es costoso; sin embargo, no puedo creer que no quiera hacerse algo, o que no se intente al menos. ¿Qué futuro espera a cada niño que nace en Bajos de Haina? Él, o ella, tiene el triple de posibilidades de llegar a desarrollar una patología que acorte su vida; y cosas como el cáncer pulmonar no son nada agradables ni divertidas por muy monos que se vena los niños calvos por efectos de las quimioterapias. Pobre gente.

Julio César.

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