viernes, 6 de marzo de 2009

OLAS Y ODAS DEL MAR DEL NORTE

RIMA XLIV

-No supe leer mi propia vida...

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?

¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.

Gustavo Adolfo Bécquer
.......

¿Verdad que leyendolo uno cree son versos dirigidos a una pareja recordada y querida? Tal vez sea como dijo una amiga, Nancy; será que cuando se ama, cuando se quiere en verdad, todo se asemeja. Las palabras del corazón son iguales a todos los oidos. Con la misma intensidad quiere un hombre que una mujer.

No sé cómo lo hace, o de dónde saca el tiempo y la dispocición (bueno, como alérgico a la poesía, todo eso me parece complicado), pero Mar del Norte siempre encuentra algo que llega, que toca esa herida que palpita, una que está abierta aunque no duele tanto, que extrañamente nos gusta porque no permite sentir, saber que no somos únicamente oscura materia que come, bebe y duerme. Ella habría sido una buena vaquera, siempre encuentra el rastro de los sentimientos, en la lejanía descubre el sendero de migas de ternuras que nos lleva a esos amigos que todavía duermen, como niños traviesos y mimosos, en lo alto de una montaña de la que no deseamos que desciendan jamás. Gracias, Mar…

Julio César.

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