viernes, 6 de marzo de 2009

DIABETES Y MATRIMONIO

Debe ser que comienza con la luna de miel.

Fuera de juego, qué enfermedad tan terrible es la diabetes; la forma en que va degenerando órganos como los riñones, o causando pérdida de la vista o atrofia muscular, por no hablar del siempre presente y horrible posibilidad de heridas ulceradas, es suficiente como para que se le tenga muy en cuenta; sobretodo la gente saludable que come y vive normalmente, sin padecer de nada en concreto, después de los treinta y cinco. De hecho, después de los treinta y cinco, debemos estar pendiente de un montón de problemas que nos asechan, y no sólo la próstata, como pensamos de forma tan visceral y con un estremecimiento, los hombres. No, de la diabetes también hay que cuidarse.

Aparentemente, según algunos estudios (algunos muy evidentes, otros no muy claros en cuanto a su metodología), el matrimonio comienza a considerarse una causa probable de ‘contagio’ de muchos desarreglos de salud. Pensaba yo que no se hablaba de una transmisión como la del papiloma humano (durante el acto sexual), sino de algo más sutil, pero algunos estudios parecen indicar otra cosa. Estudios clínicos han encontrado correlación en caso de obesidad, cuando uno de los cónyuges tiende a ello, el otro lo ‘acompaña’, ¿recuerdan aquella serie cómica de televisión, Roseanne? Ella y el marido parecían dos neveras abiertas. Pero no es la gordura el único mal a tener en cuenta. Problemas cardiovasculares, generalmente asociados a una tensión arterial alta, exceso de colesterol y aún algunos tipos de ulceras gástricas se presentan de manera frecuente en muchas parejas de dilatada vida juntos. ¡Qué tal!

En lo referente a la desagradable diabetes, patología con claras raíces genéticas pero más asociada a ciertos estilos de vida (los inmortales, los que creen que vivirán para siempre coman lo que coman y en las cantidades que quieran), se ha observado una transmisión entre la pareja, por extraño que resulte de entender. Estemos claro, muchos institutos a nivel mundial comienzan a hablar de esto, pero es difícil aceptar que un problema sanguíneo, como generalmente consideramos que es la diabetes, por no hablar de un mal funcionamiento del hígado, pueda ‘contagiarse’ a la pareja. Un instituto mexicano está practicando un protocolo de estudio al respecto, y lo que leí someramente no me aclaró cómo precisamente medían esos datos, o de qué manera se ‘transmitía’ el problema.

El estudio habla de un 70% de mexicanos entre 30 y 70 años de edad que presentan sobrepeso, indicio de algún problema metabólico (¿o de gula?), convirtiéndose en la principal causa de mortalidad en la edad adulta, por delante de otros padecimientos como los cardiovasculares o el cáncer. No especificaron cuales, cosa que también me intriga. Los cuadros sanitarios de Venezuela colocan los problemas coronarios en particular, y los cardiovasculares en general, como principal causa de muerte natural, seguida no muy lejos del cáncer, con otros problemas algo más alejados (no hablo de los asesinados por el hampa, aunque tarde o temprano tendremos que considerarlos “causas naturales”, al menos en Venezuela).

En fin, dicho instituto presentó un trabajo donde un grupo de voluntarios se dividían en dos equipos, 87 convivían con parejas que compartían (qué tiernos) diabetes del tipo 2, y los 87 restante con personas que no habían desarrollado alteraciones en el metabolismo de la glucosa (y qué manera de decirlo, no que estaban con personas sanas sino con gente que ‘todavía’ no presentaba la enfermedad). Controlando variantes de diferentes tipos como el nivel de colesterol en sangre, la hipertensión arterial, obesidad, sexo, edad, si practicaban ejercicios físicos o no, tipo de dietas consumidas, los autores aseguran que: “En la población mexicana los conyugues convivientes con pacientes con diabetes tipo 2 tienen un riesgo mayor de desarrollar alteraciones del metabolismo de la glucosa que los esposos de personas sin ese problema”.

Con estos resultados, que aclaran no alcanzan un gran muestrario, se quiere llamar la atención sobre el problema mediante información y educación. Sé que se trata de un estudio serio, pero deja muchas dudas, al menos a mí. ¿Por qué desarrolla diabetes, o tendencia a ella, alguien que convive con un diabético? ¿Hay intercambio de fluidos específicos, o emanaciones extrañas o algo así? Seguramente es cierto, nadie va a publicar un trabajo así sin estar seguro, o al menos tener una base científica, pero la falta de tablas de datos sobre las hipótesis trabajadas y los objetivos buscados nos deja en la estancada. Que se diga que convivir con alguien que tiende al consumo de azucares en todo, con alimentos muy ricos en almidón, te lo creo, pero sin embargo… aquí faltan datos, ¿no? Lo trato con ligereza, pero bien vale la pena indagar un poco más. Uno ya imagina a las chicas en una discoteca, o al chico, al conocer a alguien: “¿Tiendes a la diabetes?, ponte tu condón”.

Julio César.

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