martes, 5 de mayo de 2009

SÍ ME ATREVIERA, CORAZÓN…

Un día tendré el valor…

Desperté sintiéndome desasosegado. Quise escuchar tu voz, oír tu risa. Deseaba verte, tenerte aquí, alargar mi mano y tocarte. Pero no estás. Nunca estás porque jamás me atreví a correr detrás de ti para retenerte. A solas con mi corazón comprendo este pesar: cuando te conocí comencé a vivir, a sentir y amar… pero no supe cómo decir: ven conmigo, juntos hoy y mañana. Y ahora, a solas en mi cama, mirando el techo, sintiendo el silencio, entiendo con rabia y amargura que mi existencia ha estado en suspenso. Durante casi veinte años he esperado; los años se me han ido aguardando a que continúe mi vida. También la tuya, por mí te has detenido esperando a que una vez te llame y simplemente diga: ven. ¿Por qué no me odias?, tu cariño sin egoísmos es otra espina en mi alma. ¿Dejaré alguna vez de sentir este pesar, este vacío, este dolor? Sé que podría, tan sólo debo reunir coraje y llamar…

Julio César.

NOTA: Es poco, lo lamento, pero no siento deseos de escribir. Ando tan deprimido que ni hacer esto, que me divierte, me distrae. También tengo un virus, uno de los malos. Me borró carpetas y carpetas de archivos. No gano una.

No hay comentarios: