lunes, 9 de junio de 2008

ME DEJAS POR PRIMERA VEZ…

Vuelve, por favor. No me dejes solo.

Jack, inconforme con algo que no entiende o no expresa, se queja amargamente de las subidas con las ovejas al aprisco a pasar malas noches en lugar de quedarse en el campamento junto al fuego. Ennis se ofrece a vigilar…
……

Subes por primera vez a cuidar las ovejas y parte de mi paz se va contigo. Pensé que sería grato quedarme en el campamento, pero ahora entiendo que sólo lo sería si te quedaras a mi lado. No podré dormir, cómo si estaré pendiente de ti, soñando que regresa en medio de la noche, altivo, sonriendo, preguntándome si esperaba por ti, adivinándolo, antes de acaricia mi rostro, cayendo a mi lado y besándome.

Te vas y me siento culpable, con mis quejas te obligo a partir, y tú lo haces porque quieres que esté tranquilo, que el trato sea más justo para los dos… pero lo único que en verdad deseo en este mundo eres tú, estar junto a ti. Mis noches, cada noche, se llenan contigo; en mis fantasías vuelves una y otra vez y mi cuerpo es la guitarra que tocas a placer, que acaricias, que haces vibrar, tensar y estallar de vida, de alegría.

Me alejo por primera vez del campamento rumbo al aprisco y aunque lo nuevo me atrae y la noche es clara y hermosa, nada me satisface. Otra vez estamos separados. Subo con las ovejas y tú te quedas atrás. Dime, por favor, ¿es tu mirada ardiente lo que siento a mis espaldas, o son mis deseos de que me extrañes tanto como yo a ti? Te avergonzaste de quejarte, crees que me sacrifico, que será una tortura este viaje… pero tortura es estar junto a ti viéndote sonreír, oyéndote reír, y tener que apartar la vista, excitado y apenado de mis deseos, cuando lo único que quiero es mirarte, mirarte siempre y para siempre, a mi lado, junto a mí.

No podía seguir en el campamento porque de noche no duermo. Cuando cierro los ojos es a ti a quien veo, sentado en el aprisco, vigilante, atento, solitario, fumando, mirando a la noche en medio de la nada. Y en mis pensamientos deseaba subir, llegar sin hacer ruido y caer de sorpresa a tus espaldas. ¿Puedes creer tanta locura, mi querido amigo? Quería atraparte entre mis brazos, desde atrás, imaginando que si te resistías aún así te sometería, y hundiría mi nariz en tu cabello negro y sedoso, mis labios en tu cuello y te mordería y besaría, mientras todo mi cuerpo, caliente y duro se aferraría al tuyo; y en mis sueños respondes, te vuelves y mi mirada queda atrapada en tus labios suaves y rojos, en esos lunares y…

¿Estas pensando en mí? ¿Por qué me lo parece? Mi corazón late con fuerza, con angustia y esperanza. ¿Acaso estás pensando en mí, chico peón de hacienda? ¿Acaso me extrañas tanto como yo a ti?

¿Me estás llamando en verdad, muchacho de rodeo? ¿Es tu dulce voz pronunciando mi nombre la que trae el viento o son mis esperanzas? ¿Por qué me pareces que estás aquí, junto a mí, abrazándome con tu calor, con tu olor? Subo por primera vez y no sé si podré permanecer lejos de ti, esta noche te siento más cerca; me alejo pero creo que estás más unido a mí. Cómo deseo enterrar mis dedos en tu cabello, mi amigo, y atrapar tu aliento con mi boca, bajar mis manos por tu espalda y oírte gemir contra mí… Dios, ¿qué me pasa? ¿Qué es esto que tengo?

Regresa, por favor, regresa conmigo, y lo que quieras de mí te lo daré; lo que desees que sea, seré…
……

Sólo hay miradas que se siguen, silencios de tipos rudos que no conocen de ternuras ni de afectos, de muchachos que ya son hombres… y el acompasar de dos mentes en un mismo pensamiento, de dos cuerpos que se buscan sin darse cuenta, de dos corazones que laten a un único ritmo que llama al amor. Hay gente con suerte en este mundo.

Julio César.

No hay comentarios: