miércoles, 2 de julio de 2008

COLOMBIA, BRAVO… BRAVO…

Esta tiene que ser una de las mejores tardes que han transcurrido en mucho tiempo, y fue por la noticia llegada del otro lado del Arauca. Quince personas inocentes, quince seres que habían permanecido durante años a merced de bandoleros que los mantenían prisioneros, vejados, humillados, tratados como animales, incluso sujetos con cadenas, han sido liberados mediante una brillante, precisa y sorprendente acción militar. Todos sanos y a salvo, gracias a Dios. Para ellos ha terminado la pesadilla de saber sus vidas en manos del capricho del momento de delincuentes, aunque seguramente les costará hacerse a la idea de que ya no son rehenes; pero lograrán continuar. Verán a su gente, reirán, comerán, pasearán, se molestarán o se echarán en una cama, sus camas, a dormir o a querer. La vida comienza nuevamente para ellos. Aún quedan otros, pero el gobierno colombiano parece tener una meta clara: no descansar hasta que el último deje de estar en manos de sus captores, y estos enfrentados a la justicia por sus actos.

De verdad que uno se alegra por esa señora Ingrid, tan apacible, tan clara en su razonamiento, tan firme en sus convicciones. Y por los tres norteamericanos, y por los once militares y policías. Fue conmovedor verlo; qué nos quedaba si no era reír, aplaudir, llamar a los amigos y familiares para comentarlo, como todo el mundo. Bravo. Bravo por todos ellos. Bravo por Colombia.

Quien también debe estar que baila en una pata es ese bárbaro de Uribe Vélez. Como dicen en su tierra, resultó tremendo berraco. Con esa cara de sacristán y con esa vocecita de quien canta en el coro de la iglesia, resultó un carajo resuelto a todo por cumplir la promesa que hizo al llegar a la presidencia: acabar con la insurgencia que mancó el destino de Colombia. Ni gritos de lobbys pagados, ni prensas ‘liberales’ acusándolo desesperadamente de esto y aquello, ni narco diputados o Piedades impías, ni presidentes que convierten sus territorios en aliviaderos de estos malandros ha valido de nada. Únicamente les queda la pataleta destemplada, las caritas de arrechitos, las denuncias vacías e inútiles. Cercano está el día cuando los colombianos se sientan seguros y libres de estos grupos terroristas. Y ese será un gran día.

Julio César.

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